jueves, febrero 21

Le Fatigue


Si ser flojo tiene una carga negativa, extrañamente, la flojera no goza de la misma reputación.

Es que quizás el problema esta en que algunos han hecho de la flojera una condición natural, permanente, tan constante que los mantiene ocupados como la más exigente de las obligaciones.

Así pasan la vida, estancados en un estado anímico irrevocable, donde el letargo, la somnolencia, el cansancio, predominan siempre en la faz de un flojo, como para que no se dude, que es él un fiel representante del gremio.

El prototipo chileno, se presenta como un hombre rechoncho, comensal de mesas abundantes, dueño de una sonrisa complaciente, de aspecto desordenado, armado de hábiles argumentos para siempre eludir la tarea, de actuar efectivo y estrictamente mediocre, provisto de una labia formidable, que con estilo, le permite obtener los mejores beneficios del mínimo esfuerzo y jamás avergonzarse.

Es como si vivieran en otro tiempo, por supuesto uno objetivamente más lento. Reposados en un marasmo incondicional que como tal, solo les provoca más modorra, aun cuando a veces, si se les apura un poco, puedan esbozar la esperanza de que quizás en un futuro, ojala no tan cercano, retomaran las fuerzas para volver a circular con normalidad.

Por el contrario, la flojera siempre es bien vista si solo nos visita ocasionalmente. Parece oportuno, y también de buen gusto, revelarnos cansados en algún momento de la semana y decir con propiedad: tengo UNA flojera, sobre todo si pretendemos impresionar con lo ocupado que estamos y/o jactarnos de lo importante y exigente que es nuestra vida. Solo así esta permitido argumentar con tal estado, demostrando que al tiempo de ser trabajadores abnegados, conservamos nuestra naturaleza humana, sobreviviendo días hasta donde nos cuesta dar un nuevo paso, o mejor aun, preferiríamos no hacerlo.

Con todo, bien vale considerar a mi juicio que la flojera no se relaciona con el descanso. El descansar es una necesidad biológica, y al contrario, la flojera tan solo una opción.

Así, todos sabemos que hay momentos donde necesariamente debemos reposar, por su parte la flojera, se nos presenta simplemente como la oportunidad de poder posponer lo que sea, para mañana o pasado.

Pero entonces es oportuno preguntarnos: ¿En que se funda tal opción?, ¿en que se funda la flojera?.

Hace bastante tiempo he considerado que muchos de los males de la humanidad, si no todos, se fundan simplemente en el olvido de la muerte. El ciudadano, al olvidar que un día dejará esta tierra, se concibe como un ser eterno y obviamente en aquella condición siempre habrá tiempo para todo, con lo cual, mal dispone sus prioridades, descansa en la seguridad de atesorar materiales, pospone sus sentimientos, deja a un lado sus sueños y se lanza sin reparos a un futuro sin destino seriamente definido.

Con la flojera, pasa que se opta por ella en la idea que en el futuro realizaré todo lo que hoy puedo posponer. Como diría mi abuela: así nos vamos durmiendo en los laureles, pero ocurre que es una falsa idea del tiempo, con lo que, pensar en mañana exige responsabilidad, actitud que dudo contemple un flojo.

Al fin, ya se habrá recabado que la misma negligencia afecta a un trabajólico como a un flojo, con lo que por último, solo me resta invitar a reconsiderar nuestra temporalidad, y de paso comenzar a reconocer, cuando algo nos de flojera, si es que realmente nos interesa o no, pues ciertamente, nada asegura que en el futuro lo podamos realizar.